En un principio Jesús no
supo absolutamente nada de su muerte inminente en la cruz las predicciones se
habrían interpolado más tarde y que, cuando vio que esta muerte era inevitable,
tampoco dijo nada sobre su fuerza salvífica para Israel, y menos aún para todo
el mundo, y por tanto tampoco supo nada sobre ella.
Jesús dice sobre todo, que
su muerte es “rescate” y “por todos”.
Jesús tiene exactamente el
conocimiento que es necesario para su misión como Mesías de Israel y como
siervo de Dios, es decir, como redentor del mundo. A saber, en primer lugar, un
conocimiento de su misión como Mesías de Israel, como el que debe llevar al
pueblo elegido a la conversión y a la comprensión original de la alianza con
Dios y de su Ley. Esto incluye la entrega total en cada paso y la esperanza
siempre viva de que este paso tendrá éxito: “El celo de tu casa me devora”.
Un conocimiento de que por
él tendrá éxito al final, a pesar de todo el fracaso en la tierra, el plan de
salvación de Dios: más allá del juicio que tendrá lugar en la “hora de las
tinieblas”, el “día de Yahvé” llegará la gran reconciliación, de la que también
habían hablado todos los profetas hasta la profecía del Siervo de Dios.
La prodigiosa misión de
Jesús de reconciliar al mundo con Dios, mediante el Cordero de Dios que cargará
sobre sí y quitará de un modo inimaginable los pecados del mundo, tendrá éxito
a pesar de todo.
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