miércoles, 30 de diciembre de 2015

1. LA PREDICACIÓN DE JESÚS


Las primeras palabras de la predicación de Jesús en san Marcos, que resumen todo lo siguiente, dicen así: “Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en El”

Para Jesús, la meta de la conversión del hombre es que para él, en lugar del juicio por los pecados, el anuncio gozoso es éste: el reino de Dios está cerca, y tú estás invitado a entrar en él.
Para Jesús sus palabras, sus obras y todo su ser son completamente inseparables de su mensaje.
Jesús es como una palabra que hay que pronunciar hasta el final, para que se pueda entender. Realmente, una palabra de tres sílabas: vida-muerte-resurrección. 

Únicamente después de la última sílaba, la resurrección, podrán comprender los discípulos toda la Palabra, y entonces la cercanía del reino se habrá transformado en un haber venido total.

En el Antiguo Testamento, Dios había dicho muchas palabras. Pero, en Jesús, la Palabra se hace carne, es decir, Hombre.

Sus discursos y sus obras, su pasión y su ser como hombre es la Palabra última y que lo sintetiza todo, que Dios tiene que decirnos. 

El anuncia al Padre a cuyo servicio se entrega completamente, con todo su ser, en Juan dice “He bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado”
San Juan no hace más que transmitir lo que estaba claramente presente en los Sinópticos y en la predicación más antigua de Jesús. Jesús exige, pues, desde el principio la fe en él.


Dios como amor trinitario, absolutamente en sí mismo, y esto demostrado al mundo mediante el envío del Hijo y su entrega por todos nosotros hasta la muerte

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